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domingo, 16 de enero de 2011

Imparable (2010) - La saga continúa...

Hoy os traigo otra de cine... Una noche más, el salón de casa se ha convertido en todo un criadero de tensión, emociones e intriga... lástima que desaparecieran a mitad de película, ya que el título prometía más de lo que finalmente me acabó regalando. Claro está que esta es mi humilde opinión, pero como tal, mi uso de razón me indica que tal vez Tony Scott debería dejar ya el "temita" de los trenes y cambiar de tercio. Y es que con "Asalto al tren Pelham" (2009), el director ya empezó a rozar el aburrimiento, pero es que con este título creo que ya lo ha conseguido alcanzar.

La verdad, no es por criticar la película, ya que no me ha parecido tan mala como para no verla, pero como dije antes, Tony debería cambiar ya el chip y dejar los trenes en las vías, que es donde deben estar.



Lo primero que me llamó la atención de la película fué el principio (lógico, ¿no?) Un par de operarios que están trabajando con un tren que transporta mercancías, lo suficientemente peligrosas como para arrasar un pueblo entero, deciden cometer la negligencia del siglo. Es bastante inquietante ver como estos dos operarios se toman su trabajo tan a la ligera, hasta el punto de que el maquinista decide bajarse del tren para realizar el trabajo que debía realizar el otro... Digo yo que el gremio no se sentirá muy favorecido. No es de extrañar lo que ocurre al bajarse del tren.

Como inicio, no está mal. Pero es un poco inexplicable ver un tren de esas características vagando solo por una vía principal, por muy negligentes que sean los operarios. A pesar de la ineptitud de estos últimos, la racha de errores humanos no acaba ahí, ya que ni los mismísimos dueños de la compañía son capaces de pensar con los dos dedos de frente que le sobran a la coordinadora de las vías y al maquinista más experimentado de la zona. Con estas premisas, ya podéis imaginar el final de la película, pero por mi parte, podéis estar tranquilos, que no os revelaré el desenlace.

Tan solo deciros que incluso sabiendo como va a terminar todo, el final es tan inesperado como ridículo...

En resumen, una película entretenida que aun llegando a aburrir en ciertos momentos, y de reafirmar la ridiculez de aquellos momentos en los que 007, nuestro querido James Bond, se lanzaba en caída libre para alcanzar un avión, acaba siendo lo que he dicho al principio, un thriller entretenido que pasará sin pena ni gloria, esperando el final de la saga ferroviaria de la mano de Tony Scott.

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